El concepto de música como terapia ha existido en la mayor parte de las culturas a través de la historia, desde Pitágoras a la actualidad pasando por la doctrina de los afectos durante el período barroco, aunque la musicoterapia como tal ha surgido en los últimos años partiendo de diferentes disciplinas como la terapia ocupacional, la psicología, la educación especial, la educación musical, la medicina o la sociología, siendo numerosos los estudios científicos que avalan su potencial para suplir necesidades de tipo cognitivo, emocional, físico y social.
La Federación Mundial de Musicoterapia la define como “el uso de la música y/o sus elementos (sonido, ritmo, melodía, armonía) realizado por un musicoterapeuta cualificado con un paciente o grupo, en un proceso creado para facilitar,
promover la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, el movimiento, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, para así satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas. Tiene como fin desarrollar potencialidades y/o restaurar las funciones del individuo de manera tal que éste pueda lograr una mejor integración intra y/o interpersonal y consecuentemente una mejor calidad de vida a través de la prevención, rehabilitación y tratamiento”
¿CÓMO AYUDA LA MUSICOTERAPIA?
La eficacia de la música como terapia está muy documentada (Nordoff-Robbins, Bruscia, Tony Wigram, Michael Thaut, Juliette Alvin…). En las últimas décadas la música y las neurociencias han dado algunas ideas de cómo y por qué la música afecta a los seres humanos.
La música puede ser utilizada como una herramienta flexible y terapéutica:
– Personas de cualquier edad pueden disfrutar y participar de la música, y ésta ofrece una fuente de belleza y de participación social en la infancia, durante la edad adulta y durante la vejez.
– La música se compone de diversas combinaciones de sonidos y estilos, de simples a muy complejos y ofrece a los musicoterapeutas una amplia gama de opciones (escuchar, cantar, tocar instrumentos, componer) para alcanzar los objetivos terapéuticos, y también para considerar las preferencias individuales de los pacientes.
– La música tiene usos diversos en la sociedad y es una forma de arte predominante que influye en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, una gran cantidad de investigaciones muestran que la música afecta a las personas físicamente (a niveles fisiológico y neurológico, y en la respuestas motoras) y cognitivamente (atención, memoria), tiene una influencia en las emociones, se puede utilizar como forma de comunicación y está integrada en las actividades sociales y culturales de nuestro entorno.
para sentirse mejor. Tampoco se puede emplear un mismo tratamiento para dos casos, al trabajar con la singularidad, cada abordaje es diferente.
¿Qué no es musicoterapia?
No es una terapia alternativa. No tiene que ver con lo mágico, lo azaroso, lo esotérico. Solo puede darse cuando se habilita un vinculo entre paciente-terapeuta sobre este encuadre particular. Nuestra herramienta es la música y la infinidad de posibilidades que nos brinda lo sonoro. Acompañando esto por un marco teórico que sostiene la tarea.
Y un terapeuta idóneo y éticamente formado que oferte los recursos y técnicas para el devenir terapéutico, es necesario para el buen desarrollo de esta terapia.
Podemos formar parte de equipos interdisciplinarios en hospitales, escuelas, centros comunitarios o trabajar en forma particular siguiendo una supervisión de nuestro trabajo, los pacientes pueden ser tratados en forma grupal o individual según las necesidades o requerimientos.
Las áreas de aplicación de la musicoterapia actualmente son de un campo muy variado: Psicosis, Autismo, Enfermedades Psicosomáticas, Neurosis; Geriatría, Bulimia-Anorexia, Discapacidad motora y sensorial, Rehabilitación, Drogadicción, Embarazo, VIH, Enfermedades terminales, Cirugía, Terapia Intensiva.
A través de diferentes técnicas musicoterapéuticas (improvisación, interpretación instrumental, canto, songwriting, musicoterapia neurológica) se van a trabajar las siguientes dimensiones de la persona:
– psicomotricidad (a nivel fisiológico y neurológico)
– bienestar emocional
– capacidad cognitiva
– habilidades sociales
No obstante, el musicoterapeuta debe tener conocimientos médicos, psicológicos, pedagógicos y musicales, pero sin llegar a ser médico, psicólogo, músico, etc. Deber ser, ante todo, terapeuta, con un gran conocimiento tanto teórico como práctico del mundo sonoro, musical y del movimiento. Al igual que cualquier otra profesión, el musicoterapeuta necesita de una formación constante que abarque todos sus ámbitos, y sobre todo, el trabajo ha de estar supervisado por otros compañeros o profesionales.